La batería del futuro está viva: funciona con hongos y no necesita recarga, solo comida


Una nueva tecnología promete revolucionar el mundo de la energía: baterías biodegradables hechas con hongos. ¿El futuro energético será orgánico?

En un momento en que el mundo enfrenta una inminente crisis energética global, científicos suizos han dado un giro inesperado al desarrollo de nuevas fuentes sostenibles: una batería que no se enchufa, se alimenta. Literalmente.

Este innovador avance, desarrollado en el prestigioso instituto Empa de Suiza, propone una alternativa ecológica al creciente problema de los residuos electrónicos. Utilizando impresoras 3D y materiales biológicos, los investigadores han creado una celda de combustible microbiana a base de hongos, capaz de generar electricidad sin necesidad de ser recargada con electricidad tradicional.

¿Cómo funciona esta batería hecha de hongos?

La clave de este descubrimiento está en su biotecnología. Los científicos utilizaron una tinta especial hecha con celulosa un componente natural presente en las plantas y agregaron células vivas de hongos. Esta mezcla fue impresa en 3D para dar forma a una batería que, en lugar de almacenarse y recargarse como las convencionales, se activa con agua y nutrientes.

En el interior de esta biobatería trabajan dos especies distintas:

  • Saccharomyces cerevisiae (conocida por su uso en pan y cerveza): actúa en el ánodo, consumiendo azúcares y liberando electrones.
  • Trametes pubescens, un hongo sapróbico: colabora en el cátodo mediante enzimas que facilitan la producción de energía.
El resultado es una fuente de energía viva, que genera electricidad a través del metabolismo de estos microorganismos.


Ya es bastante difícil encontrar un material en el que los hongos crezcan bien. Pero la tinta también debe ser fácil de extruir sin destruir las células, y por supuesto, queremos que sea conductora de electricidad y biodegradable”, explica Gustav Nyström, jefe del laboratorio de Materiales de Celulosa y Madera de Empa.

¿Cuánta energía producen estas baterías biológicas?

Actualmente, estas celdas de combustible microbianas son capaces de generar entre 300 y 600 milivoltios, una cifra modesta pero suficiente para alimentar dispositivos de bajo consumo, como sensores ambientales, aparatos agrícolas o herramientas portátiles en zonas rurales.

La autonomía de estas baterías se estima en hasta 65 horas de funcionamiento continuo, y lo mejor es que son completamente biodegradables. Una vez agotadas, se descomponen sin dejar residuos tóxicos, volviendo al ciclo natural del ecosistema.

Una solución frente a la crisis energética y la basura electrónica

Elon Musk ya ha advertido sobre la posible saturación del sistema eléctrico global ante el avance de la inteligencia artificial, la digitalización y la movilidad eléctrica. Además, el crecimiento acelerado de la tecnología ha multiplicado los residuos electrónicos, uno de los problemas ambientales más graves de este siglo.


Este tipo de batería representa una esperanza tangible. Su diseño orgánico, sostenible y libre de metales pesados podría ser la clave para reducir el impacto ambiental de nuestros dispositivos.

Carolina Reyes, investigadora de Empa, lo resume así: “Por primera vez, hemos combinado dos tipos de hongos para crear una batería funcional. Y lo mejor es que es viva, se activa con agua y nutrientes. Solo hay que alimentarla”.

¿El futuro de la energía es microbiano?

Aunque aún se encuentra en fase experimental, este proyecto representa una línea prometedora para el desarrollo de tecnologías verdes. Las baterías vivas podrían integrarse en sistemas agrícolas inteligentes, dispositivos médicos temporales, ropa tecnológica o sensores autónomos.

Mientras tanto, la comunidad científica sigue perfeccionando su estabilidad, rendimiento y escalabilidad. Pero si algo está claro es que los hongos, esos organismos que solemos pasar por alto, pueden tener un rol clave en el futuro energético del planeta.

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